Espacio de Antonio Álvarez

LA VITAMINA H

21 julio, 2012
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Muchos de los que vivimos nuestra niñez en los años sesenta recibimos  megadosis de vitamina H.  La fuente de ese rico nutrimento para la imaginación eran las historietas. Recuerdo  que los domingos a mediodía,  mi padre nos autorizaba a mis hermanas y a mí a  llevarnos cada uno dos revistas de historietas del puesto en que compraba su periódico capitalino y una influyente  revista de política dirigida por José Pagés Llergo. Invariablemente mis hermanas escogían La pequeña Lulú, Periquita, Archie o alguna historieta con personajes de Disney.  Yo prefería la adquisición de Kalimán y  Fantomas. Y aunque como típicos hermanos nos burlábamos de nuestros gustos, ellas bien que leían mis revistas y yo hacía lo mismo con las suyas. De ese modo, cada semana, leíamos más de una docena de historietas porque además las  intercambiábamos con niños  vecinos y con compañeros del colegio.  Me mortificaba que las 32 páginas de cada revista se leyeran tan rápido. No quería dejar de leerlas nunca. Y hasta las coleccionaba como si fueran piezas de un magnífico tesoro.

            Como a los doce años cobré gusto por la lectura de Los Supermachos de Rius  y más tarde por sus Agachados así como por sus numerosos libritos en que exponía su peculiar  visión izquierdista y su afición al naturismo y a las dietas vegetarianas. Crecí leyendo  a Eduardo del Río y por eso disfruté tanto una charla que sostuve con él en la década de los ochenta. También leí las historietas de Abel Quezada y de Gabriel Vargas. Sin embargo, la que más me impactó fue Mafalda de Joaquín Salvador Lavado, mejor conocido como Quino. Sigo gozando con las ocurrencias de esa niña argentina de seso inquieto y me complace detectar personas con semejanzas a ella o  a sus amigos: el soñador Felipe, el torpe y ambicioso Manolito,  la inquisitiva Libertad, el ingenuo Miguelito o a la cursi Susanita.

            Deploro que la época de las historietas haya quedado atrás. Me indigna que las revistas más vendidas sean las que abordan grotescos chismes de la farándula. Saber que la estrellita Fulana traicionó a su marido Mengano con el galancito Zutano, sólo exalta el morbo y no contribuye en nada a la educación de nuestra gente. En cambio, la historieta puede ser un trampolín para la narrativa de calidad. Las revistas que hablan de un chiquillo ingenioso como Memín Pinguín claramente facilitan el tránsito a novelas como El periquillo sarniento, Las aventuras de Tom Sawyer, El canillitas  u Oliver Twist. Las historietas de aventuras, a menudo son el antecedente de lecturas como las escritas por Emilio Salgari  o por Julio Verne. Leer sobre el regordete detective infantil “la araña” que aparece en La pequeña Lulú puede movernos a apreciar al Auguste Dupin de Poe, al Sherlock Holmes de Sir Arthur Conan Doyle o al Hércules Poirot de Agatha Christie. Asimismo, las historietas de tema político conducen naturalmente  a las novelas que aportan crítica social como las de Chejov o Víctor Hugo.  De hecho, muchos adolescentes de los años setenta, después de haber leído la historieta Estirpe sangrienta que trató sobre la vida de un ficticio revolucionario villista llamado Epifanio Montes, empezamos a leer las  obras de Martín Luis Guzmán y de Mariano Azuela.

            Bien asumida, la historieta tiene un innegable valor propedéutico, pues induce y prepara para lecturas de mayor complejidad y valor. Con firmeza hay que rechazar su utilización para propósitos ilegítimos. No debe emplearse –como se hace en tiempos electorales- para promover la imagen de demagogos y políticos cínicos.  Quienes así lo hagan llevarán en el pecado la penitencia. Queriendo ganarse un lugar en la historia únicamente llegarán a ser los más burdos personajes de historieta, de una historieta efímera que nadie atesorará.


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LA ECOLOGÍA GRIS

8 julio, 2012
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El influyente pensador francés Paul Virilio –urbanista, filósofo y agudo crítico de la cultura-  asegura que además de la ecología verde, centrada en la contaminación de las substancias, existe una ecología gris, que se ocupa de la contaminación de las distancias. Según él,  en la actualidad vivimos en plena contaminación dromosférica. Esta contaminación consiste en imponer  a la especie humana un ritmo frenético de existencia. La prisa sin treguas es una característica dominante de nuestra época. Pareciera que nos hemos convertido en  almas que lleva el diablo. Y el desasosiego crónico causado por vivir siempre a las carreras se convierte en un verdadero infierno.

Paul Virilio nació en 1932 y siendo un niño le tocó ser testigo del dolor y la destrucción provocados por la Segunda Guerra Mundial. Vio como los invasores nazis erigieron en las costas francesas  numerosos bunkers y constató que a pesar de la apariencia indestructible de tales fortificaciones éstas caían ante los cañonazos y las bombas de los ejércitos aliados. Que esos edificios tan sólidos se derrumbasen, hizo a Virilio dolorosamente  consciente de la precariedad a que se encuentran sometidas todas las obras humanas y la vida misma.

Amante de las artes, Virilio colaboró  con Henri Matise poniendo vitrales en templos de París.  También trabajó con Georges Braque y tiempo después -sin haber cursado formalmente la carrera de arquitectura- desarrolló con Claude Parent lo que se conocería como arquitectura oblicua, innovador enfoque que mediante el aprovechamiento de pendientes, sensibiliza al ser humano ante la fuerza de gravedad y le revela  una manera natural de trascenderla. Su prestigio hizo que le invitaran a ser maestro de  École Speciale de Architecture  y años después a asumir su dirección.

Virilio está convencido de que hemos sacralizado la velocidad y de que ingenuamente creemos que ésta constituye un valor supremo.  Sostiene que no nos hemos dado cuenta de que la velocidad  implica incertidumbre, riesgos y accidentes. Así, por ejemplo,  cada innovación tecnológica, buscando velocidad en el transporte, ha tenido como  contrapartida una abundante pérdida de vidas humanas. Insiste en que el ferrocarril trajo consigo descarrilamientos; la aviación, estrellamientos;  y los modernos buques,  los peores  naufragios.

Peor aún,  la adopción irreflexiva de nuevas tecnologías deshumaniza y pone en peligro todo nuestro mundo.  En la realidad virtual, consecuencia de la tecnología electrónica, se manifiesta la paradoja de que podemos estar en muchos  lugares al mismo tiempo, sin estar verdaderamente en ninguno. Y teniendo herramientas más poderosas para la comunicación, es un hecho que cada vez nos comunicamos menos con nuestros prójimos. Vivimos cautivos en la inmediatez de los aparatos.  El vertiginoso presente virtual eclipsa  a nuestra historia real y diluye nuestros proyectos vitales. Por supuesto, eso equivale a la pérdida de identidad, ¿pues qué autoconciencia es posible una vez que perdemos nuestra historia personal y los proyectos que más valoramos?  La velocidad como modus vivendi afecta también nuestra inteligencia y nuestra capacidad para actuar sabiamente. Alienación pura y simple es querer ganar tiempo a costa de perdernos a nosotros mismos.

Es oportuno recordar un pasaje de la obra más destacada de Antoine de Saint-Exupéry:

-Buenos días- saludó el principito.

-Buenos días- contestó el mercader.

Se trataba de un vendedor de píldoras que quitan la sed.  Se las ingiere una vez a la semana y así se pierde la necesidad de beber.

-¿Para qué vendes eso?- quiso averiguar el principito.

-Para economizar tiempo-dijo el mercader-. Investigadores han podido calcular que así se ahorran cincuenta y tres minutos por semana.

-¿Y qué se hace con los minutos ahorrados?

-Lo que se quiera…

-«Pues yo -dijo el principito- si tuviera cincuenta y tres minutos para gastar, caminaría lentamente hacia una fuente…»

Tras considerar las audaces tesis de Paul Virilio resulta válido concluir que la ecología gris no es una gris ecología.


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EL MOZART DEL AJEDREZ

23 junio, 2012
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El hecho de que muchos se refieran a Bobby Fischer como el Mozart del ajedrez revela su enorme importancia en la historia del juego-ciencia. En plena guerra fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética,  el triunfo de Fischer frente a Boris Spassky en Reikiavik Islandia acabó con un predominio ruso que llevaba décadas.  En consecuencia, el  autoproclamado mundo libre vio en aquel año de 1972 a Bobby como su héroe. No obstante, al Tío Sam poco le duraría el gusto de que uno de sus ciudadanos fuera campeón, pues Fischer se negó a defender el campeonato en 1975 ante Anatoli Kárpov y así lo perdió.  ¿Cuál fue el motivo de su extraña negativa? No se cumplieron las exigencias que planteó a la Federación Internacional de Ajedrez, exigencias inusitadas, e incluso absurdas, pues para Fischer, el retador debía pasar por un período de eliminación más prolongado, los premios económicos debían ser considerablemente mayores y el entorno de la competencia tenía que adaptarse al capricho del campeón.

Fischer se mantuvo aislado y fuera de la luz pública  hasta 1992. Al cumplirse veinte años de su victoria sobre Spassky, aceptó darle a éste la revancha a cambio de una bolsa millonaria. Sus admiradores reaccionaron con júbilo ante esa noticia, pero el gobierno norteamericano le prohibió que jugara en Yugoslavia, sitio en que estaba previsto el encuentro, pues  había suspendido sus relaciones  diplomáticas con esa nación. Se le aclaró a Fischer que de jugar allí cometería un delito que ameritaría cuatro años de cárcel. A Fischer no le importó y en una conferencia de prensa escupió el comunicado oficial. Volvió a vencer a Spassky.  No pudo regresar a Estados Unidos. Tiempo después fue detenido en Japón y Boris Spassky le pidió al presidente Bush clemencia. El maestro ruso dijo que si no liberaban  a Fischer también pedía ser arrestado y que lo pusieran en la misma celda y con un tablero de ajedrez para jugar. Fischer no lo agradeció y expresó que prefería un pollito como compañero.

La verdad es que Robert Fischer fue siempre un excéntrico.  Nunca tuvo amigos y consideraba que la escuela era una pérdida de tiempo, pues según él todos los maestros, especialmente las mujeres, enseñaban estupideces. Las opiniones que Bobby expresó a lo largo de su vida fueron cada vez más políticamente incorrectas. Pocos le han perdonado que  tras los atentados del 11 de septiembre declaró: «Son noticias maravillosas. Es hora de terminar con EE.UU.»

Le molestaba que le llamaran genio del ajedrez: «Me opongo a que digan que soy un genio del ajedrez. Yo soy un genio en general que juega al ajedrez. Y eso es  muy distinto. Miren a Kasparov: él es un genio del ajedrez, pero fuera del tablero es un pobre idiota.»

 El ajedrecista británico Nigel Short confesó  a la prensa que jugó varias partidas vía  internet con un formidable oponente incógnito al que acabaría identificando como Bobby  Fischer. Además de constatar que su rival  poseía un nivel de juego aplastante, Short descubrió que éste conocía con lujo de detalles  a todos los grandes jugadores de la época de oro del campeón estadounidense. Dijo que acabó convencido que se trataba de Bobby cuando le preguntó por el  mexicano Armando Acevedo y obtuvo como respuesta inmediata la palabra Siegen, pues Fischer enfrentó a Acevedo en las Olimpiadas de 1970 realizadas en Siegen Alemania.

No conforme con la complejidad del ajedrez convencional,  inventó lo que se conoce como Ajedrez Aleatorio Fischer. Este tipo de ajedrez, mediante la colocación inicial de  las piezas mayores en diferentes casillas,  incrementa exponencialmente la dificultad del juego.

A pesar de que su madre Regina Wender era judía, Bobby desarrolló un antisemitismo radical.  Consideraba que los judíos eran ya los dueños de los Estados Unidos y que estaban pugnando por  el control absoluto del mundo. Jugando fonéticamente con las palabras se refería con desprecio a su patria como The Jewnited States.

Murió en Islandia a los 64 años, coincidentemente ése es el mismo número de casillas que tiene el tablero del juego de que fue singularísimo  campeón.


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FREUD Y LOS SUEÑOS DE DESCARTES

9 junio, 2012
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 La noche del 10 de noviembre de 1619, el filósofo René Descartes tuvo sueños que determinarían el rumbo de su vida y que tendrían influencia en el desarrollo intelectual de la humanidad. Anticipando la incredulidad y la burla de algunos de los oyentes de su experiencia onírica, el filósofo después declararía enfáticamente que ese 10 de noviembre había comido poco y que llevaba más de tres meses sin beber alcohol. El caso es que en un febril  primer sueño aparecen unos fantasmas y Descartes intenta levantarse para ahuyentarlos. No lo logra, y queda avergonzado de sí mismo, sintiendo una incómoda debilidad en el costado derecho. Bruscamente se abre una ventana de su habitación. Espantado, siente que lo arrastran las ráfagas de un viento que lo obliga a hacer piruetas girando varias veces sobre su pie izquierdo. Arrastrándose y temeroso, llega a los edificios del colegio jesuita donde en su adolescencia fue educado. En un desesperado esfuerzo intenta entrar en la capilla a fin de decir sus plegarias. En ese momento pasan unas personas. Quiere hablarles; nota que una de ellas lleva un exótico melón. Pero un viento fuerte se lo impide. Abre entonces los ojos, sintiendo un intenso dolor en el costado izquierdo. Ya no sabe si sueña o si está despierto. Concluye que un genio maligno ha querido engañarlo, y entonces murmura plegarias para exorcizarlo. En otro sueño  sintió que un rayo caía muy cerca y que su habitación se inundaba con una lluvia de fuego. Finalmente,  vio que estaba delante de un grueso diccionario y un llamativo libro de poemas. En ese sueño leía un verso de Ausonio: “¿Cuál será el camino que seguiré en mi vida? De repente, un desconocido aparecía con un libro en que resaltaban las palabras SÍ y NO.

 

Descartes llegó a la conclusión que los primeros sueños se referían a su propio pasado en tanto que el último aludía al porvenir. Interpretó al fuerte viento como un genio maligno que pretendía empujarle hacia el templo e intuyó que el melón simbolizaba el amor a la soledad. Pronto se convenció de que la lluvia de fuego representaba al Espíritu Santo.

El diccionario significaba para él la suma de las ciencias y el libro de poemas encarnaba la unión entre la sabiduría y la filosofía. El SÍ y el NO evidenciaban que era factible distinguir con certeza la verdad de la mentira, siempre y cuando  se procediera con el método apropiado. Por su parte, el desconocido podía ser algún colega sabio o incluso un ángel con la encomienda de guiarlo al buen camino.

A solicitud de Maxime Leroy, a partir de textos  que llevaban tres siglos, Sigmund Freud accedió en 1929 a interpretar los sueños de Descartes. Para el psicoanalista éstos eran “sueños de arriba” es decir, ideas elaboradas durante el estado de vigilia lo mismo que en el estado del dormir. Característica dominante de los sueños de arriba es que el soñante logra explicarlos sin dificultad en su mayor parte, dado que el contenido de esos sueños está muy  próximo a su pensamiento consciente. Aceptando inicialmente la interpretación hecha por Descartes, Freud habla además de un conflicto interior. Para el padre del psicoanálisis en esos sueños el lado izquierdo es la representación del mal y del pecado, y el viento, es la del genio maligno. Admitiendo que el melón exótico puede simbolizar “los encantos de la soledad”, Freud  asevera que podría ser también una representación sexual que hubiera ocupado la imaginación del personaje solitario que fue el filósofo francés en su juventud.

Descartes siempre juró que a partir de esos sueños todo cambiaría para él, pues así le fue dado crear un método para orientar el pensamiento y obtener ideas claras y distintas. Aseguró que el desarrollo de una nueva rama matemática, la geometría analítica, que se convertiría en herramienta esencial de la ciencia, fue  consecuencia directa de aquellos sueños. Sublimación pura diría Freud.

Está claro que si Paris bien vale una misa, la ciencia bien vale un extraño sueño o varios.


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EL NIÑO Y LA PEQUEÑA CHIMPANCÉ

26 May, 2012
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¿Qué es más importante en la formación de los seres humanos: la herencia o la educación? Ésa es una pregunta que a lo largo de los siglos infinidad de estudiosos trataron de responder y que ha generado una apasionada controversia. La misma disyuntiva se puede plantear de diversas maneras: ¿natura o cultura?, ¿biología o sociedad?, ¿genes o memes?

Es oportuno recordar que una pareja  de psicólogos, Winthrop y Luella Kellog, de la Universidad de Columbia, llevaron a cabo una atrevida investigación en 1931. Quisieron  averiguar qué tanto pesa tener una crianza idéntica en el desarrollo de individuos de especies diferentes.  La investigación que idearon fue resumida en las  palabras que escribieron para una revista científica:

“Supongamos que un simio antropoide en su día de nacimiento fuese llevado a una familia humana típica. Supongamos que fuese alimentado con biberón y que fuese vestido, aseado, bañado, y acariciado en un ambiente humano típico; que se le hablase desde el momento del parto tal como se hace con un niño humano; que tuviese una madre adoptiva humana y un padre adoptivo humano… Y la situación ideal se lograría si el bebé simio fuese adoptado por una familia humana con un niño de una edad equivalente a la del pequeño simio.”

Sin embargo, los Kellogg no pudieron conseguir un simio recién nacido. Menos mal que Robert Yerkes, etólogo mundialmente famoso, que a la sazón dirigía la Estación de cría y experimentación de antropoides en Orange Park, Florida, les facilitó una chimpancé de siete meses y medio. Entonces los Kellogg decidieron que su hijo Donald de diez meses sería el compañero de crianza de la pequeña chimpancé. Esa decisión les acarreó virulentas críticas y hasta la fecha es motivo de cuestionamientos éticos.

La chimpancé recibió el nombre de Gua y convivió día y noche con Donald. Los Kellogg se dedicaron únicamente a la crianza de ambos y se esmeraron en la aplicación de la más rigurosa metodología científica para estudiar el comportamiento social y afectivo, los patrones alimenticios, la coordinación motora, las formas de comunicación y el desarrollo del lenguaje y de la inteligencia.

Se observó que desde el primer momento en el que Gua y Donald entraron en contacto mostraron  mutuo interés. Gua era la más afectuosa y extendía sus labios con intención de besarlo. Donald, más tímido, se sorprendía pero no rechazaba el beso. Se desarrolló una relación muy afectuosa. Si Donald era llevado a otra habitación Gua le seguía. Si Gua gemía, Donald la abrazaba con ternura.

Gua aprendió a usar correctamente la cuchara y a beber en un vaso varias semanas antes que Donald. Caminaba en una posición erguida y aunque era más fuerte que Donald lo trataba con suma delicadeza.  A la chimpancé no le gustaba jugar sola ni estar alejada de su padre adoptivo. En cambio Donald podía entretenerse solo por largos ratos.

Sorprendentemente la monita logró la comprensión de más de un centenar de palabras y entendía órdenes sencillas. Parecía plenamente adaptada a su hogar humano. Incluso podría decirse que fue una alumna aplicada. De hecho,  Donald sólo la empezó a superar en inteligencia a partir de los dieciocho meses. Y se observó que la clave estuvo en el mayor potencial lingüístico de la especie humana.

A los nueve meses de intensa convivencia los “hermanos” tuvieron que ser  separados. ¿El motivo? Estaba bien que Gua imitara a Donald y a sus padres humanos, pero no podía permitirse que Donald imitara conductas y actitudes de Gua, por ejemplo, sonoros  gruñidos y gestos simiescos para indicar que deseaba comer.

Los Kellogg concluyeron que una crianza con abundantes estímulos siempre acelera el desarrollo, pero que también la genética y las condiciones de la especie ejercen una irresistible  influencia en ese desarrollo.

Gua fue regresada a la estación de Orange Park  y murió de neumonía poco después de un año de dejar el hogar de los Kellogg. Por su parte, Donald -que se graduó como médico- se suicidó en 1972. Sin duda, los dos  merecían un mejor final.


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NUNCA MÁS

13 May, 2012
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Una mentira infame recorre el mundo, la mentira de que el holocausto perpetrado por los nazis jamás ocurrió. Los que divulgan esa perversa patraña se aprovechan del ritmo frenético de este tiempo, en verdad muy poco propicio para que la gente ajetreada por agobiantes afanes estudie el tema a fondo y haga reflexiones cuidadosas.  Por desgracia, la obsesiva malevolencia de los negacionistas y el nulo espíritu crítico de quienes conforman su audiencia  se conjugan para que se vaya olvidando el holocausto, sin duda, el genocidio  más grave de los últimos siglos. No fueron pocos los asesinatos: seis millones de judíos, cinco millones de civiles eslavos, casi cuatro millones de prisioneros de guerra soviéticos,  tres millones de polacos no judíos,  más de un millón de disidentes políticos, ochocientos mil gitanos, doscientas mil personas con alguna discapacidad, alrededor de cien mil homosexuales.

No debemos permitir la negación ni tampoco el olvido de las infamias. Hay olvidos que fomentan la repetición de atrocidades.

Afortunadamente existen testimonios fidedignos que muestran la realidad del holocausto. Entre otros de innegable valor, hay que destacar los espléndidos libros de Primo Levy, especialmente los de la trilogía Si esto es un hombre, La tregua  y Los hundidos y los salvados, pues contienen relatos bien logrados.

Primo Levy  fue un químico italiano de ascendencia judía, que fue mandado  a Auschwitz en 1943. Logró ser uno de los veinte sobrevivientes de la remesa de 650 judíos procedente de Italia.  En Auschwitz Levy dolorosamente descubrió que para sobrevivir se necesitaba suerte, inteligencia y ausencia de escrúpulos. A su entender había dos tipos de prisioneros: 1) los hundidos, aquellos que parecían muertos en vida y eran eliminados pronto y 2) los salvados, aquellos que lograron sobrevivir haciendo hasta lo impensable. No obstante, la terrible vivencia del campo les va a perseguir toda la vida. Muchos no podrán soportarlo y se suicidarán años después de su liberación. El mismo Primo Levy acabaría suicidándose en 1987. Jean Améry acertó –quizá- al explicar esa decisión: “Quien ha sido torturado lo sigue estando. Quien ha sufrido el tormento no podrá ya encontrar lugar en el mundo, la maldición de la impotencia no se extingue jamás. La fe en la humanidad, tambaleante ya con la primera bofetada, demolida por la tortura luego, no se recupera jamás.”

Primo Levy narra que tras las jornadas de trabajo extenuante en los campos de concentración los prisioneros solían soñar dos cosas: comida y poder denunciar al mundo los horrores sufridos. Al salir de los campos el sueño de la comida se realizó, pero la denuncia de lo padecido no encontró muchos oídos receptivos. Los demás querían dejar la guerra atrás y la sola mención de lo padecido en campos como Auschwitz provocaba el alejamiento de los interlocutores.

Para los nazis los judíos eran virus repugnantes que a tiros o en las cámaras de gas debían exterminarse de inmediato si se trataba de viejos, niños, enfermos o discapacitados, o hacerles morir tras unas cuantas semanas por agotamiento poniéndoles a trabajar como esclavos en las peores condiciones. De hecho, los que sólo comían la ración que les daban en el campo morían antes de tres meses. Despiadadamente había que luchar por algo más de comida. Allí se dio la peor expresión del darwinismo, ya que era imperativo robar a los compañeros más débiles, lo que aceleraba su fin. Muchos sobrevivientes reconocieron que la bestialidad nazi los había envilecido. Y más que sentirse culpables de haber robado y golpeado a compañeros se sintieron culpables de no brindarles una ayuda vital: todos tenían la necesidad de un gesto solidario, de una voz cálida, de un semejante que les escuchase, pero rarísima fue la ocasión en que alguien se hiciera cargo.

Ahora a nosotros nos corresponde hacernos cargo de defender la verdad histórica.  Tener presentes los hechos del holocausto no es un acto de masoquismo, sino un medio de evitar su recurrencia. De profundis hemos de decir NUNCA MÁS.


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EL MISTERIO DE B.TRAVEN

28 abril, 2012
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B. Traven fue un escritor extranjero, pero amaba intensamente a México y procuró conocerlo a fondo.  Somos muchos los que alguna vez disfrutamos la lectura de sus libros y que también vimos con placer películas basadas en ellos.   Memorables relatos como El Tesoro de la Sierra Madre, Macario, La Rosa Blanca, La Rebelión de los Colgados y Canasta de Cuentos Mexicanos se instalaron en el gusto popular y se convirtieron además en referentes idóneos para ejemplificar una relación digna entre literatura y cinematografía.

Traven estuvo envuelto en el misterio. Su nacionalidad sigue siendo objeto de polémica, unos afirman que nació en Alemania y otros aseveran que en los Estados Unidos. Ni siquiera se conoce con certeza su verdadero nombre, ya que  utilizó una gran cantidad de apelativos  entre los que destacan Traven Torsvan, Hal Croves y  Ret Marut. Numerosas personas  llegaron a creer que B.Traven era el seudónimo de Esperanza López Mateos, políglota que tradujo varias de sus obras. Dicho sea de paso, injustamente a Esperanza se le recuerda más como la guapa hermana del presidente Adolfo López Mateos, pero resulta innegable que ella misma fue un personaje fuera de serie, pues poseía una amplísima cultura y una inteligencia penetrante. Fue estenógrafa e intérprete de Vicente Lombardo Toledano y amiga cercana de Lázaro Cárdenas. El famoso cineasta Gabriel Figueroa, cuñado de Esperanza y su mejor amigo, declaró varias veces que el verdadero nombre de Traven fue Mauricio Rathenau. (Esperanza, casada con Roberto Figueroa, y determinada a no tener hijos invitó a Gabriel a vivir con ellos y con el tiempo le revelaría que Traven era el vástago de un empresario alemán. De acuerdo al cineasta,  Traven también vivió por temporadas en la casa del matrimonio Figueroa- López Mateos en Coyoacán). Esperanza se suicidó y previamente en una carta cariñosa de despedida les pide a los hermanos Figueroa que sigan apoyando con su amistad a Mauricio y que le inviten a vivir sus últimos años con ellos.

El periodista y también escritor Luis Spota averiguó que la correspondencia de B. Traven era recibida en un apartado postal ubicado en Acapulco. Haciendo gala de paciencia,  Spota durante varios días de 1948 se la pasó vigilando cámara en mano el apartado postal para retratar y de ser posible entrevistar al elusivo autor. Su afán finalmente se vio coronado con una fotografía que confirmó que Hal Croves y B. Traven eran la misma persona. Hasta entonces los editores creían que Croves únicamente era el agente y representante de Traven. El retrato fue un logro enorme, pero Spota no consiguió la entrevista por más que insistió.

Por otra parte, el periodista Luis Suarez se enorgullecía de que él sí pudo entrevistar a Traven poco antes de que éste muriera en 1969. Según Suárez, Traven le confesó que en un hotel balneario de Michoacán, se había identificado ante Humphrey Bogart  y John Huston como  Hal Croves, el agente literario de Traven,  y que así participó en la realización de la película El Tesoro de la Sierra Madre. Dijo también que cuando se acabó el rodaje él simplemente desapareció y  ya no lo volvieron a ver. A Suárez le llamó mucho la atención que cuando Traven hablaba de sí mismo lo hacía tanto en tercera persona como en primera persona.

Al ver próxima su muerte, dispuso que sus cenizas fueran esparcidas en el río Jataté, en su amada  selva lacandona. Antes había expresado otra opción : “En cuanto sienta que se aproxima mi fin, me refugiaré como una bestia en la maleza más tupida, donde nadie pueda seguirme. Ahí esperaré la sabiduría infinita con gran devoción y reverencia y volveré, en paz y con tranquilidad, a la gran unidad de la que surgí al nacer. Daré las gracias a los dioses si tienen a bien saciar con mi cadáver el hambre de zopilotes famélicos y perros abandonados, para que no quede ni un huesito blanco”.

Los  libros de Traven brindan atisbos de nuestra inefable mexicanidad. Ése precisamente es el misterio que hemos de admirar.


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LA NUEVA ADICCION

31 marzo, 2012
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Durante años, al visitar los grandes centros comerciales lo único que me atraía era la sección de libros y la de discos.  Abrigaba el anhelo de formar una surtida biblioteca y un amplio repertorio de música excelsa como lo hizo mi padre.  A pesar de no tener el talento ni los recursos que sí tuvo mi progenitor, pude observar complacido que con el paso de los años mi deseo iba realizándose.  Y aunque mis amigos tenían otros afanes,  jamás me los contagiaron pues nunca fue prioridad para mí la adquisición de ropa y enseres, el pago de viajes y paseos o la compra de coches. Sin embargo, ya superadas las cuatro décadas de vida, empezó a atraerme el departamento de artículos electrónicos. Hubo dos razones: 1) En las ciudades provincianas la oferta editorial y discográfica disminuyó considerablemente, sobre todo en calidad,  mientras que la de aparatos electrónicos,  alcanzó un vertiginoso desarrollo;  2) Disfrutar la música culta y el buen cine en reproductores portátiles de alta fidelidad me pareció una experiencia fascinante.

Poco después, ya en el apogeo de la tecnología computacional, y con la eclosión de dispositivos  que permitieron el aprovechamiento en cualquier lugar de archivos de audio, video y texto, el departamento de electrónica de plano  se volvió irresistible.  Hasta el sencillo acto de salir a caminar, escuchando mi música favorita o charlas educativas se me figuraba una probadita de infinito. A propósito de infinito, cuando se logró la conexión directa de los dispositivos portátiles a la internet las posibilidades de aprendizaje sí que me parecieron infinitas. Entusiasmado creí que esos dispositivos llevarían pronto a la humanidad a un plano superior de existencia.

Sin negar el potencial intrínseco  de esos dispositivos debo decir que  mi perspectiva sobre su influencia se ha modificado. Me preocupa que haya mucha gente adicta a los gadgets y que esa adicción sea tan enajenante como la de las drogas, pues como éstas también provoca una terrible dependencia. Sin duda, las relaciones interpersonales, el trabajo y el desempeño escolar han sido afectados severamente. Me parece deplorable que la convivencia y la comunicación cara a cara estén siendo abandonadas. Es frecuente ver a personas que estando sentadas ante la misma mesa ya no se escuchan por estar  cada quien con sus respectivos aparatos. Y  aunque es un hecho comprobable que esos dispositivos portátiles alientan nuevas conexiones neuronales, también lo es que  lo hacen a expensas de otras conexiones mucho más valiosas. Una investigación de Nicholas Carr constató que incluso entre destacados profesores universitarios ha disminuido significativamente la capacidad de concentración, estudio  y reflexión creativa tras usar intensivamente sus gadgets. El mismo doctor Carr advierte que los problemas de atención ocasionados por el abuso de esos dispositivos están conformando generaciones enteras de distraídos abúlicos y de gente  excesivamente sedentaria que procesa la información en el nivel más superficial.  Obviamente, con la pérdida de atención y de espíritu crítico, el peligro de manipulación política, de explotación económica y de fanatización ideológica se incrementa al máximo. Es paradójico que los gadgets nos permitan obtener información como nunca antes en la historia, pero a la vez nos estén alejando de la sabiduría profunda.  Conformarnos acríticamente con los datos de Wikipedia y reducir la verdadera comunidad  a las redes sociales  nos lleva a  una  lamentable deshumanización.  Sin incurrir en exageraciones, es válido afirmar que  sustituir  el mundo real con el mundo virtual y desentenderse de los compromisos  cívicos  y de las responsabilidades sociales y ambientales equivale a cavar la propia tumba. Estamos cambiando el oro por cuentas de vidrio, nuestra primogenitura divina por un plato de lentejas.

Hace 27 siglos, Solón, uno de los siete sabios de Grecia,  acuñó la máxima “Todo con exceso, nada con medida” para orientar el comportamiento de los hombres. Ciertamente su consejo sigue siendo pertinente y urge aplicarlo.


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LÓPEZ DÓRIGA: SU TRÁNSITO DE LA HUMILLACIÓN A LA ARROGANCIA

24 marzo, 2012
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López Dóriga sabe que ser el titular del noticiero más influyente del país es una fuente de poder y con complacencia casi sádica ejerce ese poder.  Su actitud agresiva, su ironía convertida a menudo en sarcasmo, su voz imperiosa a la manera de Júpiter Tonante, revelan su absoluta convicción de “que él las puede”.  Por eso, no se conforma meramente con cuestionar sino que  se atreve a regañar y hasta a sentenciar lo mismo  a secretarios de Estado que  a gobernadores, lo mismo a líderes de partidos políticos que a destacados legisladores. Él es  ya “El Gran Inquisidor”, como acertadamente lo ha llamado Germán Dehesa y su arrogancia no conoce límites. Así, si durante su programa radiofónico, transmitido por Radio Fórmula, se le antoja entrevistar a algún funcionario y éste comete la osadía de tardarse un par de minutos en responderle, Joaquín al aire vociferará hasta ser atendido con inusitada condescendencia. Es que con López Dóriga la prensa ya no se conforma con ser el cuarto poder, ahora pretende la supremacía en la vida nacional

Claro está que su crasa altanería, su trato grosero y sus modales de perdonavidas alcanzan únicamente el “tercer grado” cuando se refiere o interpela a miembros de la auténtica oposición. De manera sistemática, les ataca día tras día  y les tiende un cerco informativo, procurando generar,  entre la población acrítica que consume sus siempre sesgados comentarios, la impresión de que los verdaderos opositores  al gobierno y a los intereses mezquinos del gran capital constituyen  obstáculos para el progreso de México.

 Reconoce tener un gran ego, pero lo justifica a la manera de Cassius Clay, cuando éste sostenía sus combates pugilísticos: “mi ego es enorme, pero si no lo tuviera no podría aguantar lo que aguanto”.  Y él sin duda ha aguantado mucho: La noche del 4 de septiembre de 1981, por ejemplo, tocaba fondo, pues había sido cesado por la hermana del presidente en turno, Margarita López Portillo, como director general de Noticiarios y Eventos Especiales de Canal 13, por no haber apoyado a Javier García Paniagua, favorito de la autora de “Toña Machetes”  y ridícula émula de Sor Juana. Para humillarlo, Doña Margarita ordenó que agentes de la Dirección Federal de Seguridad fueran a  sacarlo de su oficina. Él creyó ingenuamente que su amistad con José López Portillo, cultivada durante su campaña y después cubriendo la fuente de Los Pinos,  le serviría de escudo, pero el frívolo presidente se desentendió por completo. Esa  noche, Joaquín enfrentó un grave problema circulatorio. Meses atrás le habían amputado dos dedos del pie izquierdo y con esta crisis laboral, agravada por su adicción al cigarrillo y una súbita alergia a la nicotina, tuvo otra vez que usar silla de ruedas por una larga temporada. Ya había sufrido golpes de la adversidad. Quedó huérfano de padre a los nueve años y en 1968, su novia fue asesinada en  la represión del 2 de octubre. Ella era edecán del Comité Olímpico Mexicano y Joaquín la encontró muerta y desfigurada en la Cuarta Delegación, reconociéndola por el uniforme. «En ese momento vi los primeros cadáveres de mi vida -señala López-Dóriga- y ese solo hecho me marcó mucho, porque además yo todavía era estudiante, tenía 19 años de edad, e hice la cobertura como auxiliar de redacción. Entonces aportábamos, acarreábamos la información y lo que “El Heraldo” no podía contar, lo mostraba con páginas enteras de fotografías y el gobierno era tan torpe que sólo se metía en los contenidos de los textos.”

Jacobo  Zabludovsky le dio la oportunidad de trabajar en Televisa por haber descubierto en él dos características fundamentales, estilo para redactar y tenacidad. López Dóriga tras alcanzar el puesto de jefe de información en el noticiero “24 horas” renunció a Televisa precisamente cuando le ofrecieron hacerse cargo del noticiero estelar del Canal 13.

 A la salida del canal gubernamental, elaboró la revista Respuesta, cuyo lema era: «una actitud independiente». Después lanzó un noticiario nocturno, que transmitía por ABC radio y que fracasó por falta de recursos para pagar su tiempo en el aire.

En 1984 el periodista fue nombrado  director de noticias de Imevisión. La vengativa Margarita López Portillo ya no tenía poder para dañarlo y la vida por fin parecía sonreírle. Sin embargo, la crisis económica que vivió México por esos años, así como los constantes cambios en la dirección general del Instituto Mexicano de la Televisión,  se conjuntaron para poner en peligro su carrera como periodista. Acusaciones de malos manejos administrativos le complican la existencia, quitándole el empleo y afectando su salud, pero siete auditorías no encontraron ningún hecho ilícito de su parte.  «Fui como un ave Fénix –asevera Joaquín- que todos los días resurge de sus propias cenizas de la noche anterior, y además doble, porque en 1992 me diagnosticaron cáncer, pero finalmente no pueden con uno». En 1998 le invitan a regresar  a Televisa y a partir del año 2000 ocupa allí  el espacio noticioso principal.

Hombre del sistema, agradece su posición privilegiada cuidando con celo los intereses de la empresa que paga su alto salario. «No es tanto que diga cosas que no son. Le falta decir otras que están ahí y que no se dicen», explica la investigadora de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM,  Alma Rosa de la Selva.

A quienes lo acusan de ser parcial les responde que él por profesionalismo y ética periodística señala las cosas como son, independientemente de partidos o de grupos. Omite decir que critica a miembros del PAN o del PRI sólo cuando las circunstancias les han colocado frente a la oligarquía o simplemente cuando dejaron de ser factores de poder. Javier Corral y Manuel Bartlett fueron criticados con saña cuando se opusieron a la Ley Televisa; Vicente Fox, Roberto Madrazo y varios más han sido  ridiculizados a partir de que perdieron su  influencia.  También omite decir, que sólo se refiere con comedimiento a miembros del PRD, cuando éstos se alejan de la oposición que no admite componendas. Jesús Ortega, Ruth Zavaleta, y  Carlos Navarrete,  últimamente son mencionados de forma encomiástica y son entrevistados con gentileza pues ellos encarnan la izquierda moderada que tanto agrada  al corrupto sistema. Ése es el profesionalismo y la ética periodística que López Dóriga presume tener. Pasó de la humillación a la arrogancia de la peor manera. Si alguna vez fue un  Ave Fénix nadie puede negar que ahora está más tiznado por las cenizas de las que supuestamente resurgió.

 


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LA TERAPIA DE EVA MARTÍNEZ

4 marzo, 2012
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Fue muy grato enterarme, por ella misma, de que la conquistadora del Everest, Eva Martínez Sandoval, leyó mi artículo Mexicanos en la cumbre publicado por Siglo Nuevo en enero del 2011. En ese artículo mencioné que Eva y su compañero de expedición Ignacio Ayala son admirables no sólo como escaladores sino también como seres humanos pues llevaron las cenizas de la joven coahuilense Sofía Salas que murió  en el Nevado de Toluca entrenándose para escalar el Everest. El nada sencillo transporte de los restos mortales de Sofía para que ésta llegase a la cima del mundo, como anhelaba hacerlo en vida, sin duda fue una muestra  de su enorme nobleza.

Eva ha tenido que luchar mucho a lo largo de su existencia. Fue presa en la adolescencia de una honda depresión de la que no podía salir con tratamientos psicológicos ni psiquiátricos.  La vida carecía de significado, los días eran lóbregos  y hasta sentía su cuerpo como si fuera ajeno;  en una ocasión pasó varias horas sin poder hablar y sin acordarse de nada. Llegó incluso a pensar en el suicidio.  Seriamente preocupado, uno de los psiquiatras le dijo que tenía que practicar una actividad física con urgencia e insistió en que era un asunto de vida o muerte, pues habiendo fracasado los fármacos y la psicoterapia, el deporte era la última esperanza.  Por eso,  en compañía de una de sus hermanas se inició en el alpinismo. No le bastaron las montañas más altas de su natal estado de México ni las de todo el país. Se empeñó en conquistar las cumbres más elevadas del planeta. En el 2007, cuando tenía 40 años de edad,  con el equipo más austero y sin emplear tanque de oxígeno, logró ascender los 8 mil 167 metros del peligroso pico Dhaulagiri siendo la primera mujer mexicana en hacerlo. Desgraciadamente dos compañeros de expedición murieron y la misma Eva estuvo a punto de fallecer por una aparatosa caída. Eva recuerda que cuando caía sonaba su  piolet-herramienta indispensable para aferrarse a la montaña- entre las piedras y se  decía “ya no puedo alcanzarlo, ¡estoy muerta!, ¡ya estoy muerta!”. De pronto “a mi lado izquierdo vi una luz amarilla fuerte que me acompañaba, no sé qué sería, ¿sería Dios?, ¿sería mi ángel de la guarda?, ¿sería mi energía?…, no lo sé, pero eso lo viví, tal vez producto de las alucinaciones que a esa altitud uno vive”.

Eva se propone conquistar la totalidad de las montañas de más de 8 mil metros, ese proyecto exige aparte del mayor esfuerzo físico y mental y del entrenamiento más severo, abundantes recursos: su conquista del Everest, el 17 de mayo del 2010 implicó un gasto de más de 60 mil dólares. Eva no proviene de una familia adinerada, ha tenido que realizar todo tipo de trabajos para financiar sus gastos, durante meses se empleó como sherpa (guía de escaladores) en Nepal. Cargaba mochilas de 60 kilos en las condiciones más adversas.  Aprendió la compleja lengua y las costumbres de los nativos de Katmandú y se ganó el afecto de ellos. Obviamente, en una época de crisis, como la que estamos viviendo, los patrocinios escasean pero con el apoyo de todos ella podrá seguir poniendo el nombre de México muy en alto. Es posible hacer donativos, en la cuenta 1238154414 de Bancomer. Ningún apoyo estará de más.

Eva tiene una filosofía  vital que a todos nos conviene adoptar en nuestras respectivas actividades: “Es posible llegar a cualquier lugar avanzando despacio pero sin pausa, como hacen los sherpas en los Himalaya”.

Eva me contó que cuando regresa de sus expediciones lo hace siempre con lágrimas en los ojos;  también me dijo que “a pesar de todos los pesares, no hay nada igual a estar en la montaña, llámese Everest, Dhaulagiri, Itzaccíhuatl o Chimborazo pues la montaña nos acoge, nos habla en un lenguaje olvidado y cuesta olvidar su presencia”. Por mi parte, declaro que tras conocer a Eva y saber la desafiante terapia que ella siguió,  me cuesta olvidar su presencia.


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